REFLEXIONES DE LOS ENCIERROS
Desde 2007 llevamos viviendo otra crisis endémica del capitalismo, en la que el agotamiento de la tasa de ganancia en la economía productiva conllevó, otra vez, a la desviación de la inversión a la economía especulativa, tanto financiera como inmobiliaria. Ante esta situación los gobiernos de los diferentes países de la Unión Europea no han hecho más que reiterar las medidas inspiradas en “el fin de la historia” y “la sociedad del conocimiento”, cuyo fin último es la perpetuación de un sistema insostenible que expande las desigualdades a escala global.
En el plano educativo se está incentivando cada vez más la vinculación unívoca de la educación en general, y de la universidad en particular, al sistema productivo que criticamos. Esto se está haciendo a través del Proceso de Bolonia, entendido como un cúmulo de reformas universitarias que se están imponiendo en 46 países de dentro y fuera del a Unión Europea y que en el Estado Español se han efectuado el nombre de Ley Orgánica de Universidades, los reales decretos aprobados el año pasado y la Estrategia Universidad 2015.
Ante esta situación, las y los estudiantes que hemos luchado contra la última reforma universitaria, nos hemos reunido para tomar decisiones en positivo sobre el tipo de universidad que queremos de cara a afrontar la lucha con mayor legitimidad. Las reflexiones que presentamos aquí se basan en los consensos a los que se llegaron en los encierros estudiantiles que tuvieron lugar los días 16, 17 y 18 de Febrero de 2010 en las principales universidades públicas madrileñas.
Transformación estructural
Consideramos que la universidad no debe de estar subordinada a los dogmas capitalistas y neoliberales destinados a reproducir el status quo; sino que debe ser una institución con autonomía y vocación transformadora. Creemos que la universidad tiene que ser un espacio donde se fomente la crítica y el debate sobre el modelo productivo vigente para que pueda servir como herramienta hacia el cambio social.
Reconocemos la Universidad también como centro de formación, pero rechazamos la perspectiva utilitarista con la cual se está tendiendo a medir esa formación. Pensamos que cualquier tipo de conocimiento es beneficioso para la sociedad, independientemente de lo productivo que sea para el mercado. Además, esta formación, debe de ser de calidad; la universidad no debe formar precarios ni en el ámbito laboral ni en el cognitivo.
En lugar de una universidad subordinada al sistema productivo abogamos por una universidad donde quepan muchas concepciones de la universidad. Una universidad donde puedas capacitarte para conseguir un trabajo, donde puedas adquirir conocimientos por placer o donde puedas formarte para transformar la sociedad.
¿Cómo sería la universidad que queremos?
En la Universidad se reproducen estructuras de poder, control y autoridad que criticamos. Se deben visibilizar estos dispositivos (cámaras de vigilancia, asistencia obligatoria, ciertas formas de evaluación, trabajo exhaustivo, profesorado con excesiva autoridad), que entrañan formas de discriminación por clase, género y edad, entre otras. Por ello reivindicamos la participación activa y horizontal de toda la comunidad universitaria en todos los ámbitos de la Universidad.
“Bolonia” constriñe el conocimiento y el estudiante se acaba convirtiendo en un contenedor estéril de competencias prácticas (productivas en el mercado laboral), en una persona infantilizada, alienada y pasiva. Se tratan de formas de aprendizaje que limitan la libertad y la pluralidad del pensamiento, algo que venimos sufriendo durante todo el sistema educativo (primaria y secundaria). El resultado de ello es un estudiante individualista, solitario e impotente ante el mundo que le rodea.
La universidad es un espacio propicio para reflexionar sobre el sistema educativo, sobre la manera en la que se imparten las clases y sobre los contenidos que en ellas se dan. Sin embargo, se debe implicar a toda la sociedad en el cuestionamiento del modelo educativo que hoy existe.
Autonomía y recursos
Rechazamos la injerencia de las empresas en la toma de decisiones de la vida universitaria, que a día de hoy, se realiza a través del consejo social. Consideramos que la toma de decisiones dentro de la Universidad tiene que estar basada en la horizontalidad y la participación. Consideramos que el actual sistema de representantes y delegados es ineficiente y poco democrático.
La Universidad debe garantizar el acceso a la educación a todas las clases sociales, es decir, debe de actuar como una herramienta de redistribución de recursos. Por otro lado se deben de fomentar iniciativas que construyan el sistema educativo de abajo arriba a través de la participación y la democracia directa. Se plantea en este sentido la reafirmación de una Universidad popular y redistributiva mientras se promociona la aparición, dentro de la institución, de iniciativas autogestionarias llevadas a cabo por la comunidad universitaria. En concreto nos referimos a seminarios y otros proyectos construidos desde la base que ayuden a generar la reflexión y la crítica dentro de la institución.
Formas de evaluación y metodología en clase
¿Se trata de evaluar la aptitud y merito de los estudiantes o su potencial productividad en el mercado?
Con Bolonia se instaura un modelo de evaluación exhaustiva que no deja tiempo libre a los estudiantes y les controla dentro y fuera de clase. El modelo que se está aplicado opera a través de prácticas que la mayor parte de las veces no tienen un sentido didáctico y que restringen la creatividad del estudiante y del profesor. Se trata de la aplicación dogmática e irreflexiva de una serie de procedimientos, una forma sofisticada y difusa de autoritarismo por parte de la institución, en el que median intereses mercantiles y productivos. Esto es muy perverso para el papel que juega el estudiante, que tiene menos tiempo para socializarse y desarrollar actividades en la universidad.
Asumimos la importancia de metodologías flexibles y plurales, menos autoritarias y más participativas, en las que también se tenga en cuenta el conocimiento generado colectivamente. Cada clase y cada rama del conocimiento constituye un contexto particular, por lo que no se pueden estandarizar un modelo (sea más práctico o más teórico). Abogamos por la participación y la interacción de los estudiantes a la hora de decidir sobre el modelo de evaluación mediante el diálogo constructivo en aras de una adquisición del conocimiento en óptimas condiciones.
Se debe tener siempre en cuenta problemas dentro de las clases, pues existen relaciones de poder de clase, de género, y otras formas de discriminación, a la hora de su planificación e impartición.
Dentro de las formas de aprendizaje universitario no tienen cabida los prácticums ni las prácticas en empresa. Tener que pagar para trabajar es una forma de explotación que resulta absurda para la formación del estudiante. Las prácticas en empresa suelen estar medio improvisadas y las labores de tutoría son precarias. Quitan tiempo para aprender y adelantan la participación acrítica, pasiva y servil en el mercado de trabajo, así como la existencia de empleos precarios e infrapagados.
Formación universitaria
Se asume que el nivel de decisión de los estudiantes sobre lo que estudian debe estar supeditado a su experiencia y conocimiento previo. Por ello sería interesante la involucración de los estudiantes ya certificados y con más experiencia en la planificación de las guías docentes y los planes de estudio. Deben existir canales eficaces y efectivos para esto, más allá de la precaria representación estudiantil existente en la mayor parte de las universidades.
La formación debe ser crítica, es decir, nunca dar nada por asumido: toda forma de conocimiento está politizada y situada sociohistoricamente. Una forma de conocimiento creativo, interpretativo y crítico (en relación, también, a la articulación de diferentes perspectivas y a la interdisciplinariedad) es necesaria y Bolonia no apunta hacia ello, debido al énfasis de la aplicabilidad del conocimiento al ámbito profesional.
No se debe promover un modelo de universidad en el que el estudiante sólo busque certificarse para la futura búsqueda de empleo. La Universidad es mucho más que eso: reivindicamos una formación universitaria decente que dignifique el conocimiento. Que sea crítica y reflexiva, para que nos permita abordar el mundo crecientemente complejo en el que vivimos y nos de herramientas para transformarlo profundamente.
La docencia
No se plantea una forma de control o castigo a los profesores. Se trata de hacer estudios profundos, rigurosos y totalmente públicos que presenten la opinión de los estudiantes sobre la Universidad, las clases y los profesores. No un simple test o la aplicación de unos criterios externos (de la ANECA, por ejemplo) ajenos a la comunidad universitaria. Deben tenerse en cuenta las diferentes realidades de cada universidad y no simplificar esta manera de mejorar la Universidad y de cuestionar los excesos de autoridad en las aulas.
Deben instaurarse mecanismos que visibilicen los currículums ocultos del profesorado. Somos plenamente conscientes del altísimo nivel de corrupción de la mayor parte de departamentos en la Universidad del Estado; del amiguismo y nepotismo que marca las relaciones profesionales; del poder incuestionable y preponderante de los catedráticos. La reforma de Bolonia se mantiene absolutamente al margen de estos problemas, ha creado una agencia de evaluación que no es más que un simulacro donde se reproducen y re-legitiman las relaciones de poder.
Recalcamos también la necesidad de combatir la precaria situación de la mayoría de los docentes en cuanto a su estabilidad económica y derechos laborales, entendemos que esto puede suponer una criba importante a la hora de establecer las condiciones ideales que posibiliten óptimamente el enseñar, y por lo tanto, el aprender.
El sistema de becas
El actual sistema de becas no compensa las barreras que algunos problemas estructurales ponen al acceso a la universidad. Las becas a fondo perdido son insuficientes y limitadas; las becas préstamo hipotecan al estudiantado e incrementan las desigualdades sociales; las becas laborales es una forma de explotación y promoción del empleo precario por parte del mismo Estado.
Ante ello, exigimos una universidad radicalmente pública y popular, que garantice la posibilidad de acceso a toda la población sin que afecten condiciones socioeconómicas o culturales.
Por una parte, los sistemas de becas deben asegurar esta accesibilidad a los sectores sociales más desprotegidos (el umbral 1). Por otra, los individuos con rentas situadas en los quintiles superiores no deben recibir ayudas económicas, como medida para concentrar la asignación de becas a los sectores sociales desfavorecidos. En este sentido, rechazamos las becas de excelencia, entendiendo que con ellas no se premia el esfuerzo tanto como algunos factores de carácter socioeconómico. Pensamos que deben crearse otros sistemas alternativos que incentiven el esfuerzo. Asimismo, la cuantía de las becas concedidas debe conceder como mínimo el equivalente al salario mínimo interprofesional.
El Observatorio del Control de Becas debe funcionar de una manera totalmente democrática, y en él tienen que participar también los estudiantes. Ello asegurará el cumplimiento de la asignación de las becas y garantizará que sean una herramienta contra la desigualdad. Este organismo puede establecer las medidas para asegurar que las becas son aprovechadas por los estudiantes para el estudio y que se ajustan a sus necesidades. Por último, los Consejos sociales no deben mediar en la otorgación de ninguna beca, ni en la fijación de los criterios para ello.
Por último, la compensación al mérito creemos que es una forma de alimentar las desigualdades ya existentes, ya que, debido a la sociedad y el sistema en el que vivimos, no todos los estudiantes contamos con las mismas condiciones socio-económico-materiales para el desarrollo de nuestras aptitudes académicas.
Un sistema alternativo a las patentes privadas
Criticamos el sistema de propiedad intelectual privado que rige la actual producción y distribución del conocimiento.
Rechazamos la financiación privada de la universidad e, igualmente, la utilización de la investigación universitaria para el enriquecimiento por parte de las empresas a través de las patentes. Consideramos que los resultados de la investigación universitaria deben ser gestionados por las universidades en su conjunto. Dicha gestión debe ajustarse al funcionamiento de la licencia “creative commons”. Pudiendo utilizarse para proyectos de intervención social, desarrollo e investigación por entidades sin ánimo de lucro, sean públicas o autogestionadas. La posible transferencia de estas licencias a empresas con ánimo de lucro respondería, según el caso, al cobro de una tasa por su uso o directamente a su negación.
El estudiante como sujeto político
La Universidad debe generar herramientas y condiciones que fomenten la participación, la reflexión y la crítica en todos los ámbitos de su institución. Herramientas de participación horizontal en la vida política universitaria: asambleas de clase, portavocía, delegación rotatoria… Condiciones basadas en la mayor disponibilidad de conocimientos y de tiempo libre para dedicarlo a la vida extraacadémica. Una socialización al margen de la demanda de productividad es esencial para la vida universitaria, para la motivación de la imaginación y la reflexión. Solo así se posibilitará la existencia de estudiantes activos, críticos y políticos.
Es imprescindible que los estudiantes reconozcan sus intereses comunes en una pluralidad de identidades y se reconozca en una lucha por reivindicarlos. Así se podrá hacer ver muchos de los conflictos que existen en la sociedad. La lucha estudiantil es parte de una batalla más amplia. Las luchas que se dan en la sociedad son parte de la lucha estudiantil y de ellas queremos hacernos eco.
Relación entre la Universidad y la Sociedad
Este tema dio lugar a un debate del que surgieron muchas cuestiones acerca de la intervención de la sociedad en la gobernanza de la universidad, qué tipo social ha de intervenir y la forma de participación del mismo.
Ya que hoy nos encontramos en una sociedad capitalista, utilitarista y mercantil, reflexionamos sobre la influencia que podría tener sobre la Universidad el excesivo contacto con la misma y acerca de la posibilidad de la total autonomía como posible vía exclusiva para evitar el desarrollo de ciertas lógicas y alimentar la postura más crítica. A su vez, debatimos sobre la orientación de la Universidad a la satisfacción de las necesidades sociales y a la concretización de sus objetivos necesariamente imbuidos por una inmersión y reversión en lo social.
De este complejo debate reflexionamos acerca de la deseada existencia o no de un “consejo social”, intentando esbozar bajo hipótesis quién lo compondría, cómo y para qué, así como a nivel general qué otros canales alternativos se podrían instaurar que relacionen Universidad y sociedad y si acaso esta relación se considera necesaria o fundamental. Cabe destacar la reflexión acerca de la función social de la Universidad y en la medida que afecta a la sociedad en conjunto, y cómo la sociedad, puede afectar y de qué manera, también a la Universidad
Este último punto establece provechosas propuestas de líneas de debate que invitamos a enriquecer, autoresponder y reflexionar.
Este documento recoge mucha de las conclusiones a las que llegamos desde nuestros diferentes puntos de vistas. Quedan muchas por apuntar y por debatir. Es por tanto un texto abierto, lleno de horizontes y líneas de fuga, pero sin olvidar la importancia de señalar medidas concretas que pueden aplicarse hoy mismo. No es un punto final sino dos puntos a partir de los cuales queremos expresarnos. Es, además, un texto plural que conjuga posturas diferentes (e incluso contradictorias) para abordar la sociedad compleja que pretendemos transformar. Es, por último, un texto crítico, que se enfrenta a la situación actual de la Universidad, así como a los procedimientos que se están llevando a cabo en su reforma. Nos rebelamos ante la situación que están sufriendo las universidades y estas líneas son nuestra forma de decir no construyendo una alternativa. Son nuestras aspiraciones y reivindicaciones, que dan luz a la imagen de una Universidad más justa y más nuestra
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