17 de noviembre de 2015

Los olvidados.

“Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo.” (Trainspotting, Danny Boyle, 1996).

Este es el futuro que nos venden desde que somos pequeños, pero ¿qué tenemos que hacer hasta llegar ahí?

Por desgracia la vida no es tan bonita ni fácil como la pintan en las películas o como nos la venden nuestros padres cuando somos pequeños ya que para llegar ahí vas a tener que hacerle la pelota a tus profesores, vas a tener que arrastraste tras tu jefe para que te renueve el contrato, si, ese contrato basura que tienes firmado de becario en una empresa por un sueldo de miseria. Pero, ¿quién protege a estos trabajadores? ¿quién les ayuda a salir de ese ciclo precario? ¿los partidos socialdemócratas? No, ellos están demasiado ocupados tratando de llegar al poder. ¿Los sindicatos? Tampoco, ellos defienden los derechos de los trabajadores, así que olvídate, porque tú no eres un trabajador, estas en un nivel inferior.

Como dice David Rueda en su libro Social Democracy inside out, desde la década de los 70 han empezado a marcarse más las diferencias entre los trabajadores. Rueda los divide principalmente en dos categorías: los insiders, es decir, trabajadores que están dentro del mercado laboral, tienen cierta estabilidad y seguridad en su puesto de trabajo. Y por otro lado los outsiders, los que están fuera del mercado laboral, es decir, que no tienen estabilidad laboral o que directamente no tienen trabajo. Básicamente la diferencia radica en la vulnerabilidad que tiene cada categoría ante el desempleo.

Tanto los partidos socialdemócratas como los sindicatos han tendido a la representación y protección de los primeros, los insiders, mientras han dejado, salvo excepciones, a los outsiders abandonados, olvidados.

Pero, ¿por qué los han olvidado? ¿qué tienen los outsiders para que durante tantos años nadie se haya preocupado de ellos?

Aunque no es una traducción literal, los outsiders son personas en situación de desempleo involuntario o con trabajos precarios, es decir, personas con trabajos con unos bajos niveles de protección y derechos laborales, con bajos salarios. También son personas con contratos temporales que van saltando de puesto de trabajo en puesto de trabajo, o personas que tienen trabajos a tiempo parcial involuntariamente. Y la forma más actual de formar parte de los olvidados y del club de los precarios son los contratos de formación, es decir, el camuflaje de puestos de trabajo bajo un contrato, donde tú en teoría tienes que estar recibiendo una formación para tu futuro, pero en realidad estas cubriendo un puesto de trabajo prácticamente gratis y sin ningún tipo de derecho laboral.

Los sectores más vulnerables a formar parte de los outsiders son los jóvenes y las personas mayores de 50 años, pero transversalmente está también la diferencia de género. Si eres mujer sufres todavía más vulnerabilidad.

El problema de la precariedad es que es muy difícil de articular, de conseguir algún cambio por la propia esencia de los outsiders.

Por ejemplo, los sindicatos suelen organizarse por secciones, pero si eres una persona que cada 6 meses está cambiando de trabajo, por mucho que estés afiliado a un sindicato, no van a poder ayudarte. ¿Qué vas a estar, 6 meses en la sección de la metalurgia, luego pasas otros 6 meses en la sección de la educación y así consecutivamente? De esta manera la propia estructura sindical cierra la puerta a los precarios.

Por otro lado, también es muy difícil que los propios precarios se organicen en sus puestos de trabajos temporales, ya que si una empresa tiene que cubrir 5 puestos de trabajo y los cubre con becarios, los va a ir cambiando cada cierto periodo de tiempo. Lo que esa volatilidad va ha hacer es que sea muy difícil la organización de esas personas, y si lo consiguen, simplemente con que la empresa despida a los cinco y contrate cinco nuevos, acaba con su organización.

También los propios precarios tienen la esperanza de que en algún momento llegarán a ser insiders. Con la promesa de las empresas de que en el futuro tendrán su esperado contrato como trabajador, cierran más puertas todavía a una posible organización, ya que no son conscientes de esa situación que ellos quieren creer que es temporal. Quieren creer que cuando entran de becarios solo estarán 6 meses y que después les harán un contrato real, por lo que mientras, se esfuerzan todo lo que pueden para poder conseguir ese puesto de trabajo tan cotizado hoy en día, que en sí mismo no es malo. Lo que es malo es que en esa situación de prueba constante, y ante la premisa de que sí lo haces bien tendrás tú contrato, llegamos al límite de hacer todo lo que nos digan o nos manden solo por demostrarles que seremos buenos trabajadores.

Un problema más de los becarios es que tienen que luchar contra viento y marea, no tienen nada a su favor. Está la propia empresa que los usa como mano de obra barata, y están sus “compañeros” de trabajo a los que irónicamente les vienen bien también estos becarios, ya que así les quitan trabajo de encima y probablemente el trabajo más sucio de la empresa.

Por último, y rozando el límite de la locura en la precariedad están los voluntarios. Desde fuera a muchas de esas personas que están en algunas empresas u ONGs de voluntariado las vemos como unas maravillosas personas con un gran corazón y con muchas ganas de ayudar a los más necesitados, y nada más lejos de la realidad. Muchas de ellas son así, pero también existe el lado oscuro y precario de los voluntarios. Son personas que por su propia formación están preparadas para trabajar en el tercer sector, pero ciertas empresas, principalmente ONGs, les fomentan que estén de voluntarios uno o dos años y así ganar experiencia en su sector para luego poder encontrar ese maravilloso puesto de trabajo que están buscando, cosa que en muchos casos no sucede porque finalmente son sustituidos por nuevos voluntarios con sus mismas esperanzas.
Lo más turbio de esta situación es que para desarrollar este voluntariado, que puede llegar a durar hasta los tres años, te pidan una formación específica como psicólogo, trabajador social, educador social etc. que acaban nuevamente cubriendo puestos de trabajo sin contratos ni derechos.

¿Quién se acuerda de estas personas? ¿Quién hace algo por ellos? ¿Cómo vas a poder ayudar a trabajadores que directamente no tienen ni la propia consideración legal de trabajador?

Estas personas han sido olvidadas por los partidos socialdemocracias, los mismos que crearon los trabajos temporales. Han sido olvidados por los sindicatos que defienden a los trabajadores, pero no a los que ocupan este tipo de trabajos que no están reconocidos. Pero también han sido olvidados por ellos mismos, porque antes que reivindicar sus derechos prefieren pasar por el aro temporalmente para conseguir ese trabajo. El problema es que muchas veces esta precariedad se vuelve crónica y acabas encadenando contratos precarios sin ninguna visión de futuro. Y al final no tienes vida, no tienes empleo, tampoco ese televisor grande que te cagas, ni el coche, ni la casa, ni la familia.

Olvidados por todos, reconocidos por nadie.



Escrito por Daniel N.S.

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